El país, que tiene la atención centrada en los impactos del terremoto del pasado 16 de abril y de la temporada invernal, debe encarar una nueva amenaza.
Un rebrote del virus AH1N1 enciende las alertas en las provincias de Chimborazo y Tungurahua. Allí han fallecido siete personas en dos meses; la última de ellas, hace pocos días.
Asimismo, se ha instalado una suerte de alarma entre la población de la zona, que es necesario atenuar con el consejo oportuno de los médicos y de las autoridades de salud pública.
Según ha publicado este Diario, las muertes por la ‘fiebre porcina’ también descubren -en algunos de los casos- un aspecto que inquieta. Se trata de la automedicación, que en ningún caso es recomendable, y menos aún cuando se sospecha de la presencia del AH1N1.
Siempre vale la pena una sostenida campaña alrededor del consumo de medicamentos sin prescripción médica. Este, lamentablemente, es un fenómeno de consecuencias nocivas que persiste y del que hace falta informar mejor a los ciudadanos.
Aunque el Ministerio de Salud ha señalado que se trata de una afección con un bajo índice de morbilidad, es necesario tomar todas las precauciones. Si la temperatura corporal es mayor a 38 grados y hay ardor en la garganta, estornudos, problemas respiratorios y tos -que son los síntomas – es necesario ir a una consulta para tener un diagnóstico acertado. Como ya lo hace el zika, el AH1N1 también pone a prueba al país.