En promedio, más de 5 000 personas fallecen en el país cada año por accidentes de tránsito. Es decir, se habla de 13 muertes diarias en promedio. El 2012 fueron 5 413; y el 2013, se registraron 5 349. El año pasado, hubo 38 658 siniestros en las calles y carreteras ecuatorianas, según los datos de la Agencia Nacional de Tránsito.
Las cifras por sí solas impactan. Y conmueven tanto como las historias de los familiares o allegados de las víctimas de siniestros viales, que fueron publicadas por EL COMERCIO, el domingo. Los casos no solo configuran un drama humano sino que también producen secuelas de variada índole en el núcleo familiar.
Una de las más fuertes, aparte de la incertidumbre sobre si el accidentado sobrevivirá o no y el desgaste emocional, se relaciona con el detrimento del patrimonio personal o familiar por los elevados costos de la atención médica.
El reportaje de este Diario también enfoca la atención sobre un asunto relevante: la necesidad de atender rápidamente a las víctimas de los siniestros.
Los expertos recomiendan que se lo haga en los siete primeros minutos después de producida la emergencia. Y una cirugía, si es necesaria, hay que practicarla máximo una hora después. Si se siguieran esos protocolos, quizá se hubiese evitado más de una de las más de 5 000 muertes anuales.
¿Está el país listo para afrontar el reto de adaptarse a las exigencias de la atención de lesionados en percances viales? Lo mejor, en todo caso, será una sólida campaña para frenar los accidentes.