Si bien cada mes la seguridad social recauda USD 700 millones, el estado de la atención en salud para los afiliados muestra fisuras.
Es todo un contrasentido. Además, si esa afirmación se hacía hace un par de años el potente aparato de propaganda gubernamental hubiese reaccionado con rigor demoliendo a quien contara la historia de la baja calidad de los servicios de salud del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Esta vez tuvo que ser la visita presidencial al Hospital Teodoro Maldonado Carbo de Guayaquil la que hizo detonar el escándalo. Un tema que, por cierto, la prensa independiente viene anunciando desde hace tiempo.
Entonces el Presidente, perplejo, sacudió a los estamentos responsables de una entidad supuestamente autónoma pero donde el Ejecutivo ostenta poder.
Esta semana también se llegó a hablar, como parte de los cambios en el equipo gubernamental, de posibles novedades en la cúpula del Consejo directivo del IESS. Pero más allá de un nuevo golpe de timón, cabe recordar que el IESS fue una carta de presentación de la eficiencia del servicio público, y que su calidad de servicios y equipos se ponderaba.
El crecimiento del número de afiliados fue superior a la capacidad instalada de su infraestructura hospitalaria. La pérdida de especialistas pasa factura y el tema del abastecimiento de medicamentos se torna un problema, especialmente para los usuarios que demandan servicios acordes con los millonarios recursos que recibe cada mes el IESS.