RUSIA, UCRANIA Y CRIMEA

La crisis que durante tres meses sacudió a Ucrania, hasta acabar en un acuerdo político precario que provocó la salida del autoritario presidente Víctor Yanukóvich, no terminó con los problemas.

El trasfondo, más allá del despotismo de un Régimen que había acumulado poder concentrado, es la relación de Ucrania con sus vecinos y su situación geopolítica estratégica.

La ex-República soviética está en un sitio clave en lo económico y militar. Ucrania buscaba un acuerdo con la Unión Europea. Los productos ucranianos podían alimentar los flujos comerciales de esa región. Rusia ve a Ucrania como una nación cercana que debe estar dentro de su órbita. Ambas pertenecieron a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Cuando la semana pasada el Parlamento de Crimea -que se considera independiente- fue tomado por civiles armados prorrusos, las alertas se encendían. Aunque Rusia lo negó, la movilización de tropas del frente occidental hacia la frontera con Ucrania era una señal preocupante, tanto que Barack Obama, desde Washington, reaccionó.

Ahora de por medio está la situación geográfica de Crimea. Por el Mar Negro, en cuyas orillas está el importante puerto, se mueve la flota rusa. Hay una amenaza latente. Rusia quiere que Ucrania se retire de Crimea, mientras Occidente ve la crisis con atención. Está en juego una disputa económica y militar que, otra vez, como durante la Guerra Fría, pasa por el control territorial, más allá de la crisis interna que lastimó a Ucrania.

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