Quito vive ya sus fiestas. Esos momentos han dejado huella de identidad durante casi tres cuartos de siglo.
Desde luego, las celebraciones han sido parte importante en la formación de la nacionalidad a lo largo de siglos, tanto desde la vertiente religiosa como desde la vertiente social y del poder.
Pero la celebración actual empezó en 1959 con la serenata quiteña. Últimas Noticias y sus entusiastas periodistas convocaban a juegos de cuarenta y serenatas. Uno de sus impulsores, periodista de esta casa editorial, acaba de fallecer: César Larrea.
En 1960 llegó también, de la mano de Manolo Cadena, torero y empresario, una gran feria con figuras del toreo mundial, carretas del rocío y desfiles.
Desde entonces, fiesta, música y toros se juntaron y fueron copando cada barrio y sector emblemático, al calor de la música nacional y las bandas.
La feria taurina se convirtió, en su momento, en la mejor de América. Pero avatares de la política la redujeron a un rescoldo en los festejos de la Plaza Belmonte, del barrio de San Blas, recogiendo una tradición que data de la colonia y resalta el mestizaje. Llegan las figuras de España, Francia y América.
Ahora el Municipio lleva la música y los conciertos a más de 200 sitios de una capital menos recoleta que hace tres cuartos de siglo. Es positivo que se cuide el control al uso excesivo de licor y la seguridad de los festivos y muchas veces despreocupados vecinos y visitantes. ¡Viva Quito, sin excesos!