El manejo de los regímenes populistas latinoamericanos de la moneda estadounidense, a veces ha sido delirante y hasta paranoico.
Esta semana, dos gobiernos de ese corte, situados en las antípodas de Sudamérica, han debido tomar medidas desesperadas urgidos por las presiones que la demanda de dólares ejerce sobre la economía: Argentina y Venezuela.
La potencia petrolera caribeña tiene un grave problema: retener los dólares que, por el alto ingreso de exportaciones petroleras, siempre han sido abundantes.
Ahora Nicolás Maduro restringe los montos asignados para los viajes al exterior, que se habían convertido en un sistema para burlar controles y simular operaciones comerciales a fin de obtener, con el ‘raspado’ de tarjetas, moneda norteamericana que se vendía a 10 veces la cotización oficial. Además restringen las compras por Internet. La deuda del Gobierno con las líneas aéreas empezó a causar tensiones. Tame hasta suspendió momentáneamente sus vuelos.
Una medida distinta, pero igual de desesperada, adoptó el gobierno de Cristina Fernández, presionado por un dólar paralelo llamado ‘blue’, que subía sin cesar y llegó el jueves a transarse en 13 pesos por dólar, frente al valor oficial de seis pesos por dólar. El Gobierno decidió devaluar a ocho pesos por dólar para aliviar la presión. Aún es pronto para medir sus efectos.
Mientras tanto, en el Ecuador, con economía dolarizada, se intenta corregir el problema del déficit de la balanza comercial restringiendo las importaciones.