Donald Trump está otra vez en el ojo de la tormenta. Aunque, como se sabe, una tormenta no causa estragos en el mismo ojo pero es poderosamente destructiva en el entorno.
El Presidente de los Estados Unidos ha hecho noticia desde el primer día de su mandato. En realidad, desde mucho antes. La misma campaña pareció un juego de poder inédito, mientras los debates republicanos internos y los presidenciales iban delineando poco a poco un resultado que para muchos parece fatal.
El pronunciamiento para el uso de recursos de Afganistán y la insistencia sobre el anacrónico muro en la frontera con México se ha sumado a otros puntos de tensión y debate.
Su lucha contra la marihuana pasa por la decisión de varios estados de legalizarla. Las inversiones millonarias para su comercialización y usos medicinales reciben ahora el embate presidencial, que insiste en el imperio de la ley y la condena al uso de la droga desde la Casa Blanca.
Pero una gota parece haber derramado el vaso de la ira presidencial. El libro de Michael Wolff ‘Fuego y Furia’, que describe a Trump como una verdadera amenaza mundial.
Ahora, como sucedió con el libro de Michael Moore a propósito del atentado terrorista de las Torres Gemelas, se habla de impedir su circulación. Todo un mensaje en una sociedad que proclama justamente la libertad de expresión como premisa.