Una de las buenas noticias de estos días, cargados de tensiones y discursos políticos, alude a las aguas de la ciudad.
La Secretaría de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito pondrá en marcha, la siguiente semana, esta obra cuyo costo asciende a USD 14 millones y está ubicada en Quitumbe.
Se trata de una deuda pendiente e histórica con la ciudad de Quito. Desde hace más de 30 años, denuncias periodísticas mostraban la contaminación de los ríos que llegan del sur,
alimentan al Machángara y al Guayllabamba y desembocan en el río Esmeraldas, que llega al océano Pacífico.
Desechos sólidos, detergentes, combustibles, restos de comida y hasta una población de roedores contaminan esas aguas y denotan un alto riesgo ambiental durante su marcha por Quito.
Esas fuentes, que nacen en el sur, pasarán ahora por filtros de desarenado, desengrasado y por una siembra de bacterias cuya población crecerá de modo paulatino hasta alcanzar los niveles óptimos hacia el año 2019.
Asumir la responsabilidad ambiental es un deber del Municipio, pero también supone un grado de conciencia ambiental y responsabilidad con la salud pública de los vecinos de Quito.
La Secretaría de Ambiente del Distrito de Quito ha anunciado planes ambiciosos para tratar las aguas residuales del norte de la urbe que presentan similares problemas y alta contaminación.
Quito debe afincar su calidad de ciudad para vivir con estas iniciativas.