Un plan para matar. Así de simple y brutal se resume el concierto para asesinar que tuvo en vilo a miles durante las cruentas dictaduras del Cono Sur.
El veredicto del tribunal Oral Federal 1° de Buenos Aires definió de modo lacónico el objetivo del plan macabro: matar. La sentencia llegó al fin para 15 militares por los delitos de torturas, privación de libertad y otros conexos, cometidos durante las dictaduras militares en varios países. Las condenas más sustanciosas llegan a 20 y 25 años de cárcel. El general Reynaldo Bignone, de 88 años, dictador de Argentina y el general Santiago Riveros, son los más altos oficiales hoy sentenciados.
La teoría del Plan Cóndor alentó su vuelo siniestro en respuesta a los grupos subversivos y respaldo en la sombra a gobiernos militares que llegaron al poder en cruentos golpes de estado.
Miles de personas fueron detenidas, miles, torturados y miles de desaparecidos. Algunos pertenecieron a guerrillas o grupos clandestinos responsables de actos terroristas y ataques al poder militar. Los Montoneros, el ERP en Argentina o los Tupamaros, en Uruguay fueron los más representativos. Pero la represión llegó no solo a los clandestinos y militantes sino a sus familias, a académicos y simpatizantes de tendencias de izquierda. La huella de la represión y el crimen dejó hondas heridas.
El Plan Cóndor, como telón de fondo de una política continental, aun oculta episodios que se revelarán, tarde o temprano.