Jorge Familiar Calderón*
Columnista invitado
De no haber sido por mi maestra de sexto grado, probablemente nunca habría aprendido a escribir correctamente. Una vez, tímidamente, le confesé que no manejaba bien las reglas que gobiernan dónde y cuándo poner tildes, esos signos que pueden cambiar el significado de una palabra e incluso una frase. Ella hizo un esfuerzo especial para asegurarse que las aprendiera.
En América Latina, muchos niños no son tan afortunados como yo de recibir este tipo de atención. Según un reciente informe del Banco Mundial, Grandes docentes: cómo mejorar el aprendizaje de los alumnos en América Latina y el Caribe, los niños de las escuelas públicas pierden un día completo de clases cada semana debido a las prácticas docentes. El ausentismo, la escasa preparación, el bajo nivel de capacitación, junto a los bajos sueldos, sumado a la falta de liderazgo en la gestión escolar, todos juegan un papel.
Tras una investigación sin precedentes que incluyó la observación directa de más de 15 000 aulas en 3 000 escuelas primarias y secundarias en siete países de América Latina, el informe es una contribución sobre la forma de mejorar la calidad de la instrucción y los resultados del aprendizaje.
El reporte llega en un momento en que los expertos reflexionan sobre cómo América Latina mantendrá los niveles de crecimiento que hicieron posible que, por primera vez en la historia, la clase media supere el número de personas en la pobreza. La innovación, la competitividad y la educación suelen ser las bases para impulsar una mayor prosperidad.
Sin embargo, en el Programa de la OCDE para la prueba de Evaluación de Estudiantes (PISA) en 2012, ocho países latinoamericanos quedaron al final de la escala para los países de ingresos medios. Los líderes de la región han puesto un gran énfasis en la educación. Durante los últimos 50 años, América Latina y el Caribe han alcanzado el mismo nivel de expansión de la cobertura educativa que tomó un siglo o más a muchos países de la OCDE.
La cobertura, por supuesto, no garantiza una enseñanza de calidad. Los factores son otros. En América Latina la carrera en educación no atrae a los mejores estudiantes. Se necesita premiar a los mejores maestros, al tiempo de dar a otros la oportunidad de mejorar. Los gobiernos están prestando mucha más atención a la calidad y el desempeño de los docentes. La gente sabe que lograr que los niños aprendan -y no simplemente asistan a la escuela- es necesario para garantizarle a la próxima generación un futuro de prosperidad.
La idea de ofrecer oportunidades para todos tiene que ir más allá de la inclusión y lograr calidad –un tipo de aprendizaje relevante que ayude a los estudiantes latinoamericanos a insertarse en un mercado competitivo. Y esa calidad crecerá en proporción a la calidad de los maestros.SFlb* Vicepresidente de América Latina y el Caribe del Banco Mundial.