A una semana de las elecciones de medio período, la situación en Venezuela es insoportable y el clima político, terrible.
En días pasados, falleció a balazos un dirigente político de la oposición y militante de la corriente socialdemócrata Acción Democrática. Estaba en una tarima, en pleno acto de campaña, junto a Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, encarcelado por el chavismo desde hace casi dos años. Ella, por su parte, denunció que se quiere acabar con su vida.
Salpica a Venezuela y a la conciencia civilizada del mundo este asesinato, inscrito en medio de un clima hostil y de la polarización que vive el hermano país.
Otra víctima, esta vez de la verborrea y el insulto del mandatario Nicolás Maduro fue, una vez más, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos. Luis Almagro fue canciller del izquierdista Pepe Mujica. Maduro no se detiene ante nada ni nadie y no quiere observadores para el proceso electoral.
Las encuestas dan una amplia ventaja a la oposición. Si alcanzan una victoria se debe esperar que el chavismo del Partido Socialista Unido de Venezuela reconozca la derrota. El movimiento del péndulo en la Asamblea Nacional es clave para recomponer una atmósfera enrarecida, donde ser de oposición se cuestiona y se descalifica desde el poder concentrado del Régimen.
Venezuela merece un conteo limpio y respeto al pronunciamiento ciudadano. La situación económica no da más;
la escasez y la polarización están tocando fondo. Que vuelva la sensatez.