El Régimen dio por cerrado el capítulo del falso sorteo y del supuesto tour a un paraje de Costa Rica con una disculpa oficial.
La idea, que busca promover el turismo interno en función de los atractivos del Ecuador, incluso recurrió a propaganda engañosa para cumplir el objetivo.
Se trataba de simular un viaje gratuito para un grupo de inocentes pasajeros, ellos sí reales y con expectativas reales, a un paraje perdido en algún lugar de Costa Rica, cuando en realidad fueron conducidos a un destino interno.
Para llevar a efecto la idea, una aeronave de Tame, línea aérea del Estado, alargó un vuelo para los favorecidos de un presunto sorteo con el fin de hacerles creer que se trataba de un vuelo internacional. El aeropuerto de Tena, una obra de muy poco uso en el Oriente ecuatoriano, se camufló con publicidad para hacer creer a los viajeros que se trataba de una instalación en el país centroamericano.
El colmo del show publicitario fue el uso de sellos de migración con el nombre de Costa Rica, lo que desató la molestia de ese país y suscitó la disculpa diplomática tras la vergüenza pasada.
Se antoja innecesario, además, hacer la simulación de un país real, lo cual conduce inevitablemente a comparaciones odiosas e innecesarias de sus bellezas naturales respecto de las ecuatorianas.
Está bien que se haya disculpado el Ecuador, pero el ensayo fracasado debe ser buen motivo para repensar el uso de los bienes del Estado y los recursos públicos en estrategias de comunicación tan costosas como poco felices.