Venezuela vive horas críticas en la ya crónica crisis política, económica y social de los largos años del Régimen chavista.
Es toda una curiosidad política, seguramente sin precedentes parecidos: una sala del Tribunal de Justicia dejó sus funciones a la Asamblea Nacional.
El Tribunal está controlado por magistrados afines al Partido Socialista Unidos de Venezuela, fundado por Hugo Chávez y en el que milita el presidente Nicolás Maduro.
En la concepción democrática conocida, el equilibrio de los poderes del Estado, así como los pesos y contrapesos, son la clave. Es más, muchas veces se dice que el primer poder es el Legislativo, por cuanto en él están representadas todas las corrientes políticas.
En la Asamblea Nacional tiene mayoría la Mesa de Unidad Democrática, una entente partidista opositora al gobierno de Nicolás Maduro, que buscó por todas las formas legales y democráticas un referendo revocatorio que le fue bloqueado por el gobierno chavista.
Ante el golpe de la sala del Tribunal contra la Asamblea, la fiscal Luisa Ortega denunció los hechos. El ex candidato presidencial Henrique Capriles en Washington expresa su rechazo.
Venezuela se mantiene en una tensa situación política con falta de libertades, represión, más de cien presos políticos y limitaciones en los alimentos.
Este golpe de Estado disfrazado en la institucionalidad genera rechazo regional y mundial. La paz y la democracia en Venezuela están en coma.