Fue unánime e insólito, y un buen augurio. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas acordó una hoja de ruta para un Plan de Paz en la atribulada Siria.
Siria está en guerra civil desde marzo de 2011 como uno de los coletazos más violentos que se desató en la Primavera Árabe. Van ya 200 000 muertos.
El Plan acordado, con la aquiescencia de Rusia, EE.UU. y los demás miembros permanentes con derecho a veto busca iniciar las conversaciones en enero.
Deben participar el Gobierno y la oposición. Todos, menos los terroristas del autodenominado Estado Islámico y al Qaeda. Las potencias seguirán atacando posiciones que estos grupos extremos ocupan en Siria.
El plan supone elecciones libres y limpias y la creación de un sistema de gobierno creíble y abierto. Esas elecciones deberán llevarse a efecto en 18 meses y dar paso a una sucesión concertada y democrática.
Bashar Al Assad es un dictador civil y laico elegido en las urnas en un sistema ideado por su padre, que también fue presidente, sin concurso democrático de los opositores.
No es tarea fácil. No se sabe si el dictador aceptará dar un paso al costado, pero es un punto de partida donde el antes reacio Consejo de Seguridad juega un papel preponderante y crucial en nombre de la paz en la región castigada con sangre.
Antes, los exhortos de la ONU fueron bloqueados, aun por la representación ecuatoriana cuando ocupaba una curul en el Consejo de Seguridad.
En enero empieza una nueva historia.