Cuando suene el pitazo inicial del partido de arranque del Mundial Sudáfrica 2010 y después de los fastos de la ceremonia inaugural, los ecuatorianos sentiremos emociones encontradas. Nos invadirá la nostalgia, pues el deporte que más gusta a la multitud nos convocó en dos citas mundialistas y ya nos creíamos infaltables. Errores colectivos y resultados deportivos nos dejaron fuera y ahora nos disponemos a ver el Mundial por TV, sin equipo propio.
Por contraste, la emoción de la fiesta llega a más lugares. La música del Waca Waca y Shakira nos conecta inconscientemente con la número cinco y las grandes estrellas y los equipos de distintos lugares del planeta.
Será un mes en que los horarios se alterarán. La mayoría de partidos mañaneros obligará a muchos a madrugar para seguir las emociones, y la tecnología nos pondrá a la gramilla por alfombra y a los protagonistas como convidados en habitaciones, salas, oficinas.
Habrá que hacer un esfuerzo para no olvidar nuestras tareas esenciales, aquellas que nos permiten alimentar a nuestras familias, acrecentar nuestros negocios y no descuidar la calidad de nuestra labor, aunque parezca difícil.
En el primer Mundial que se desarrolla en Sudáfrica la prueba de fuego será la organización, para evitar accidentes como la estampida popular del domingo pasado. La cita internacional también será plataforma segura para exhibir las demandas de barriadas bajas de Sudáfrica.
Habrá que estar atentos para que quienes manejan la agenda pública no propicien una sorpresa legislativa, justo cuando se pita un penal de Brasil o en los descuentos que dejarían fuera de la justa al equipo favorito.
Nos pondremos camisetas prestadas. Viviremos un mes de magia mundial para luego despertar a la vida real.