La cifra que el Gobierno quiere “invertir” en gastos de publicidad pagada en los medios de comunicación con dineros públicos es la mayor de la que se tiene memoria.
La Pro forma presupuestaria para el ejercicio fiscal contempla USD 129 millones en publicidad. La cifra por sí sola puede no tener significado, pero basta hacer algunas comparaciones.
Todo el mercado publicitario del Ecuador, en que se incluye publicidad de empresas privadas como automotores, bancos, tarjetas de crédito, electrodomésticos y telefonía celular, suma anualmente USD 260 millones. El Gobierno pretende gastar nada menos que la mitad de ese monto.
Hay otro parámetro: el gasto publicitario en el último año del gobierno del presidente Alfredo Palacio llegó a USD 2 millones, lo cual quiere decir el gasto presupuestado será sesenta y cuatro veces mayor que el de hace siete años.
El Presupuesto se nutre de los impuestos de todos los contribuyentes y de los ingresos por petróleo, pero debe servir a los intereses de todos los ecuatorianos, con obra pública y especialmente el indispensable e incuestionable gasto social, sin derroche ni despliegue millonario de publicidad como sucederá en el 2012.
La millonaria propaganda raya en el derroche y el objetivo, más allá del legítimo afán de informar a la gente de la obra gubernamental, es alimentar las ideas y contenidos de comunicación que permitan apuntalar el inicio de la campaña electoral para las presidenciales de 2013.
Una campaña anticipada y con un solo actor poderoso que corre con ventaja: el Gobierno central con el dinero del pueblo.