En la ciudad estadounidense de Chicago, el primer día de mayo de 1886, una huelga de trabajadores que reclamaban sus derechos y la respuesta de la represión oficial marcaron una fecha para la historia. 1ºde Mayo, Día Universal del Trabajo.
Lo mismo en La Habana que en Madrid, en Quito, Guayaquil y distintas ciudades de todo el orbe, millones de trabajadores marcharon con lemas alusivos a los derechos sindicales y las conquistas sociales.
Las manifestaciones no tienen el mismo matiz en el mundo libre que en los países de gobiernos opresivos. La tónica en Cuba es de apoyo al sistema, pese a la protesta subsumida por la situación de derechos humanos, y en las calles griegas o españolas el fantasma de la crisis económica dio un cariz especial a los actos recordatorios.
Ecuador ha sido escenario tradicional de grandes marchas y el libreto del descontento y las demandas sociales no ha variado mucho. En el país las marchas se dividieron. Las más numerosas se desplegaron por las calles de la capital en protesta por la situación y hubo otras en apoyo al Gobierno, con altos funcionarios pero sin la participación del Presidente.
Las cifras configuran una realidad preocupante. El desempleo llega al 9.1% y el subempleo suma 51.3% de la Población Económicamente Activa (PEA) del país, según las cifras oficiales del primer trimestre del 2010. Sumados uno y otro alcanzan el 60.4% de los ecuatorianos en capacidad de trabajar. Esto quiere decir que 2 778 440 compatriotas, de un total de 4 600 000 que componen la PEA, no alcanzan un trabajo pleno. Hoy como ayer, la demanda sindical tiene razones. La obligación del Gobierno, que reivindica el empleo digno como un logro de la llamada revolución ciudadana, es dar respuestas reales al problema.