Una excavación gigante en el relleno sanitario de El Inga servirá para alojar 800 000 metros cúbicos de basura que Quito producirá durante 15 meses.
Elrelleno empezó a funcionar en el 2003 y cada vez cuenta con menos espacio disponible, algo que debe llamar a la reflexión y también a la acción.
El manejo de desechos de una gran ciudad se agrava cuando pese al esfuerzo de clasificar la basura, los restos finalmente van a parar al mismo sitio y no se optimizan espacios.
Sin una política global, la ampliación de un nuevo espacio -que debe tener todos los requerimientos para evitar que los residuos que emanan de la basura causen daño, se dispersen y contaminen- no resulta suficiente.
El tema debiera ser asumido por todos los vecinos de Quito y no solamente por las autoridades municipales, responsables de la recolección, el traslado y el manejo de los desechos. Al esfuerzo frente a uno de los problemas que hoy agobian a miles de ciudades en todo el planeta, pudieran sumarse entidades gubernamentales y no gubernamentales, así como la academia.
Por ahora, Quito contará desde noviembre con este nuevo espacio, pero el tiempo corre en contra, si de buscar una solución más duradera se trata.
La clasificación de desechos en los hogares debe ir acompañada de un adecuado manejo en todas las etapas. Con una práctica de esa naturaleza, se lograría optimizar hasta un 22% el uso del relleno, y eso ya traería algún alivio.