Los resultados de los operativos realizados en Guayaquil, Durán y Samborondón son reveladores. Como lo publicó este Diario el pasado fin de semana, en las tres ciudades, en nueve meses de este año, fueron aislados 206 menores de edad. Todos estaban implicados en el microtráfico de drogas, actividad ilegal que por lo general realizaban en horas de la noche. Su centro de operaciones se localizaba en las afueras de instituciones educativas.
Para afrontar este problema, la Policía especializada en menores, Dinapen, ha tomado algunas decisiones. Desde el pasado 1 de noviembre, ha fortalecido los patrullajes en las áreas más conflictivas de las tres localidades. El propósito es evitar, pasadas las 23:00, la presencia de menores sin compañía en las calles.
Aunque están por verse los efectos de una medida de esta naturaleza, cada vez es más evidente que las organizaciones delincuenciales reclutan a niñas, niños y adolescentes. De esa manera, tratan de esquivar las sanciones que contempla el Código Orgánico Integral Penal por la distribución y expendio de sustancias prohibidas, que incluyen penas de entre seis y 35 años de prisión. Los menores, en tanto, no pueden ser imputados por esos delitos, conforme lo señala el vigente Código de la Niñez y la Adolescencia.
Para enfrentarse con una estructura delincuencial que convierte a los menores de edad en expendedores de drogas e incluso en mulas del narcotráfico, aparte de los controles nocturnos y las charlas informativas, hacen falta medidas más eficaces.