MADURO Y SU TRIUNFO AGRIO

Un país en dos mitades. Ese fue el resultado electoral más objetivo y lo esbozó sin dificultad el candidato opositor Henrique Capriles, poco después del discurso repetitivo, carente de ideas y sin brillo ni sonrisas que pronunció Nicolás Maduro al pie del edificio donde reposan los restos de Hugo Chávez.

La campaña fue corta, el abuso del poder de la propaganda de la maquinaria chavista aceitada en 14 años de mandato, evidente. La anécdota del pajarito terminó por convertir lo que parecía una holgada diferencia en un resultado que objetivamente dice: Maduro 50,66% y Capriles 49,07%. Las largas horas del conteo de votos mostraban a unos analistas incapaces de ocultar que algo raro ocurría, vedados de comentar resultados antes de que la Presidenta del Consejo Electoral revelara el apretado final y uno de los rectores anunciara el recuento en vista del margen estrecho y las denuncias.

Maduro pide precipitar su asunción para el viernes 19 de abril. El CNE proclama resultados antes del nuevo conteo. La tensión se empieza a masticar desde ya.

Maduro empezará a gobernar con un Hugo Chávez muerto y con los problemas heredados en la inflación, las devaluaciones, la falta de alimentos y la inseguridad.

Con una Venezuela partida en dos la cuesta arriba del Partido Socialista Unido de Venezuela empieza. Maduro asume el mandato más difícil que jamás soñó.

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