Luto en una fiesta

La idea de llenar un estadio para una exhibición de las destrezas de los policías terminó en una inexplicable tragedia.

Con el Estadio Olímpico de Santo Domingo de Los Colorados repleto de espectadores, todo transcurría en tono festivo. Nadie podía presagiar el final.

La Policía Nacional es una institución de servicio público clave para la seguridad y el bienestar.
Con el ánimo de tejer vínculos con la comunidad y en atención a las fiestas de provincialización, se programó una jornada masiva para agradar al público.

Todo transcurría normalmente. De repente y por los parlantes se anunció que la exhibición siguiente se haría con balas reales. Allí empieza el despropósito. Una joven de quince años cayó desplomada con un balazo en el tórax.

Fue un accidente, sin duda, pero algo absolutamente evitable si no se usa proyectiles reales. La puesta en escena de este tipo de actos sin una zona segura, sin gente en el fondo de las tribunas, justamente allí donde la afinada puntería podía tener una mínima falla, es algo reprochable y que no se concibe.

La tragedia tiñó de sangre y luto lo que debía ser una fiesta. La detención de tres policías, sin duda ajenos a cualquier intención de causar daño, no exime a los mandos de su responsabilidad. La justicia debe actuar. Es menester que esto no quede en la impunidad por el bien de la Policía y la memoria de quien pagó con su vida a causa de un acto de intolerable audacia y temeridad sin límite. Nuestro pesar y dolor.

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