Las llamas han devorado 1 478 hectáreas de vegetación en más de 2 700 incendios en esta temporada, según la autoridad.
La Secretaría de Riesgos presenta las cifras oficiales y su titular sostiene con estupor que para recuperar los bosques quemados se requiere de años.
87 emergencias hasta la fecha y 60 incendios declarados son cifras decidoras. Pero este dato se presenta en un verano que ha estado alternado con lluvias y, por ende, los días calurosos no han sido tan constantes como en temporadas pasadas recientes.
La fuerza de las llamas afecta principalmente a la naturaleza, hay bosque nativo que se pierde, pero además bosques productivos y plantaciones de alimentos. Este Diario recogió en días anteriores datos que dan cuenta de varias especies animales calcinadas por la voracidad del fuego.
En temporadas pasadas hubo también, a más de la afectación a la flora y la fauna nativa, lamentables pérdidas de vidas humanas.
La temperatura de las llamas alcanza los 100 grados centígrados y su combate es complejo, dada la topografía sinuosa, las montañas y las quebradas donde la labor de los bomberos y cuerpos de emergencia se vuelve difícil.
A los equipos que se emplean en las ciudades se han sumado helicópteros con canastas que sueltan agua, pero muchas veces todo luce insuficiente ante la fuerza del fuego.
Nada mejor que la prevención, una tarea de autoridades y ciudadanos.