Con fuerza inusitada se desató la temporada invernal y es importante tomar precauciones, tanto a nivel personal y familiar como de parte de gobiernos seccionales y el poder central.
Hace pocos días el X Foro de Perspectivas Meteorológicas auguraba que el fin de año y el inicio de 2011 iban a ser duros en el norte de Sudamérica. En Colombia y Venezuela se sienten con rigor las consecuencias en inundaciones, deslaves y tragedias humanas, y nuestro país ya registra signos preocupantes.
Hace un mes los termómetros bajaron en Quito a 2° y la semana pasada en algunas zonas de la provincia de Carchi llegaron a 3°. Las lluvias se han desatado con especial fuerza; la capital y las distintas provincias han sufrido aguaceros de larga duración y los registros pluviométricos marcan cifras poco habituales.
Las consecuencias son de distintos órdenes. Las enfermedades respiratorias, resfríos y pulmonías cunden y hace falta tomar precauciones, abrigarse y procurar una adecuada atención médica.
Las lluvias ponen en peligro y desordenan la circulación vehicular, de suyo alterada en esta época de fiestas y el peligro de accidentalidad ya ha dejado su huella de dolor.
Los derrumbes y desplazamientos de tierra imponen todo tipo de previsiones y los sectores vulnerables merecen especial atención de autoridades nacionales, provinciales y locales. El invierno muestra la debilidad de la infraestructura, las alcantarillas, puentes y carreteras se muestran frágiles.
Las llamadas de emergencia a la Policía, Cruz Roja y Bomberos son frecuentes y la población vive en sustos. La naturaleza pone a prueba a las instituciones y la vulnerabilidad social muestra su peor cara. Es mejor estar preparados. Hay que mostrar madurez y solidaridad.