Los asesinatos, el crecimiento de la inseguridad, los robos por doquier y la amenaza del crimen organizado y las mafias internacionales acosan a los ecuatorianos. El Gobierno sobrevendió la expectativa con la propaganda oficial de poder solucionar un tema que tiene raíces profundas, causas complejas y aristas diversas.
Mientras la crisis institucional que atravesó a la Policía y que apenas afloró en una de sus facetas con la sublevación del 30 de septiembre no se zanje, una de las instituciones clave para emprender en la lucha contra la delincuencia tendrá sus alas atrofiadas.
En la última semana de mayo 600 policías de élite empezaron a patrullar distintos puntos del país. Un golpe de efecto, sin duda, al mostrar efectivos ataviados con equipo de asalto, chalecos anti-balas y armas de apariencia sofisticada. El anuncio puede causar cierta intimidación en delincuentes menores pero no asusta a las bandas criminales avezadas que operan en el país. Los datos oficiales lo dicen. A cada rato se capturan alijos de droga. Los mafiosos tienen submarinos y se contactan por las fronteras norte y sur con redes internacionales de alta peligrosidad.
El mapa de Perú y Colombia debe llamar la atención y alentar la cooperación internacional. No estamos para bromas. El crimen organizado crece y se expande por toda la región.Las cifras oficiales entregadas por las autoridades nos ponen las alertas. En el Ecuador hay sicariato. A diario nos enteramos de horrendos crímenes y ciertas autoridades de distinto nivel que no ven más allá de sus narices quieren acosar a los medios de comunicación. Como siempre ocurre, un poder político incompetente quiere culpar de las malas noticias al mensajero.