Todo indica que el anuncio presidencial de buscar un impuesto para castigar el consumo de alimentos no sanos todavía no se concreta en una propuesta legal.
Hace pocas semanas, cuando el Presidente expresó la idea de gravar el consumo de la llamada ‘comida chatarra’, muchos ecuatorianos reflexionaron si se trataba de un impuesto que pudiera modificar los hábitos de consumo.
Un Editorial de este Diario, que saludaba la idea de mejorar los hábitos alimenticios, hacía notar que muchas de nuestras comidas cotidianas también tienen altos contenidos de grasas , azúcares, sal e hidratos de carbono.
El Ministerio de Salud cuestionó esa opinión pero la reportería que publicó EL COMERCIO el miércoles 17 refuerza la tesis: no necesariamente un impuesto cambia los hábitos de consumo. El impacto, según los expendedores de productos alimenticios, puede traer una restricción al principio, pero luego los consumidores se adaptan.
El objetivo debiera ser cambiar culturalmente los hábitos de consumo, transformar a la sociedad a través de educación y campañas serias y bien fundamentadas, que este Diario ha registrado siempre en sus páginas.
La catalogación de tal o cual comida como ‘chatarra’ y un impuesto a ese tipo de alimentos no supone un cambio inmediato ni siempre efectivo. El Ministerio dice que no es una medida aislada; tiene tanta razón como pueden tenerla quienes dudan, razonablemente, sobre un automático cambio de hábitos.