Fue evidente. Con el estilo de las manifestaciones dignas de una tarima, el Presidente dio un espaldarazo a Richard Espinosa, su representante en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Nada llamaría la atención, cuando se conoce que el alto funcionario es cercano al jefe de Estado y en cuanto llegó al poder lo ratificó como su delegado ante el Consejo Directivo del IESS. Nada llamaría la atención, si no fuera por un informe de la Contraloría por la desaparición del IESS con el Estado y que da un plazo perentorio para los descargos antes de la destitución.
El año pasado, las cuentas de la deuda del Estado al IESS fueron borradas por una decisión ministerial, pero esa deuda debe constar y pagarse porque se trata de recursos de todos los afiliados.
Se suman varios cuestionamientos a decisiones que ha tomado la institución autónoma y una de las más importantes del país.
La situación de los jubilados es permanente foco de reclamos. Sus pequeñas pensiones jubilares son motivo permanente de quejas y clamores por un cambio de actitud del Instituto.
El IESS es la institución que más recursos recibe y más dinero mueve mensualmente en el país.
Otra polémica se instaló recientemente por una auditoría de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, y los comentarios generados.
En medio de esa desazón, el acto público de respaldo se presta a múltiples y críticas interpretaciones.