El despegue de la actividad inmobiliaria en el país es promovido en buena medida por la nueva política de créditos de la seguridad social y la abundancia de recursos por el precio del petróleo.
El Presidente quedó impresionado por los severos impactos sociales sufridos por los ecuatorianos que viven en España y son víctimas de la crisis económica europea. Muchos han perdido sus casas, pese a haber cubierto parte de la deuda en alícuotas, ya que se desmoronaron los avalúos de los inmuebles que respaldaban la hipoteca. La casa no alcanza para cubrir la deuda.
La crisis llega unos años después del estallido de la burbuja inmobiliaria. EE.UU., el país más poderoso del mundo, también tuvo una burbuja que frenó su economía.
En el país el auge inmobiliario se fundamenta en buena parte con la dinámica que imprimió el Biess, Banco del IESS, que pasó a ser un jugador prestamista importante con los millonarios recursos de recaudación y que vio que la capacidad de recuperación y las tasas que se podían cobrar eran mejores que las que le ofrecían otras inversiones.
Preocuparse por la situación social de los impactados y evitar que las lesiones se repliquen en el Ecuador es una obligación prioritaria del Gobierno. Pero una reforma de esta naturaleza exige la condición que su tratamiento sea técnico financiero y nunca demagógico.
Un cambio que limite la recuperación de los créditos impagos con la sola entrega de vivienda podría obligar a la banca a exigir mayores cuotas iniciales para alcanzar provisiones que aseguren la operación.
El equilibrio parece ser una razonable actitud para evitar que el sector, que es el que más mano de obra con menor calificación absorbe y mueve la economía, se deprima.