La muerte violenta asusta. La muerte violenta rodeada de sevicia y misterio asusta más. La muerte de dos jóvenes desató crispación y reacciones primarias.
El episodio, desgraciadamente no el único en un radio cercano -dos niños fueron masacrados a los pocos días-, muestra la indefensión de la sociedad toda en los tiempos que corren. La violencia es noticia cotidiana a la que nos acostumbramos.
La reacción de la autoridad, encargada de guardar calma y serenar no contribuyó a la mejor atmósfera una vez conocida la aparición de los cuerpos de las jóvenes. Está demostrado: el Twitter no es el mejor instrumento para comunicar temas delicados con prudencia y oportunidad. Tampoco lo es para procesar las reacciones viscerales de anónimos usuarios de redes sociales que destapan sus iras contenidas. Salió a flote lo peor de la sociedad. Lo mismo en actores de la política como en personas que revelaron su machismo y anacrónica visión del mundo atribuyendo a la condición de mujeres, jóvenes y solas las causas del horrendo crimen. Es inaceptable. Los violentos de las redes sociales deben reflexionar sobre sus ligerezas.
Las tristes y violentas muertes trajeron el lógico dolor familiar. Vienen peritos desde Argentina cuando decenas de crímenes en ese país están por resolverse. Es quizás producto de no haber cuidado el debido proceso. La muerte de las chicas también muestra debilidades en las zonas de turismo que no se suplen con campañas millonarias sino con acciones.