La última y obsesiva retórica contra los medios de comunicación volvió a proyectar a los foros internacionales lo que el pueblo del Ecuador ya está cansado de escuchar de forma repetitiva y con lenguaje violento. Ahora se habla de una “guerra planetaria”.
Desde enero del 2007, el Gobierno empezó una sistemática guerra interna contra la crítica proveniente de la prensa independiente. Presionó a periodistas que cuestionaban sus prácticas políticas, se incautó de canales de televisión y montó un fino aparato de propaganda de medios gubernamentales utilizando el pretexto de construir medios públicos -algo loable en una sociedad abierta- para cavar trincheras en esta batalla sin cuartel.
La máquina arrolladora del poder concentrado se ensañó de modo particular contra diario El Universo. Arremetió contra dos periodistas que investigaron los vínculos de empresas contratistas del Estado con el hermano del Presidente. No deja de insultar en las cadenas profiriendo epítetos y descalificaciones y cuestionando el rol de la prensa independiente, crítica y libre.
El caso ya está instalado en la conciencia civilizada del mundo. El relator de Naciones Unidas para la libertad de expresión buscará hacer una campaña universal por despenalizar los delitos de opinión. La Comisión Interamericana para los derechos humanos de la OEA tiene puestos sus ojos en Ecuador. Human Rights Watch ha hecho observaciones, lo mismo que Freedom House, Reporteros Sin Fronteras y el Comité de Protección de Periodistas (CPJ).
La libertad de expresión pertenece a todas las personas y no a periodistas y a medios. A esas voces se suma ahora Amnistía Internacional preocupada por los casos de Mónica Chuji y del diario El Universo. En la “guerra planetaria” la batalla de opinión pública tiene un claro perdedor.