Solamente el aterrizaje duro en la nueva realidad de las cifras ha forzado al Régimen a cambiar de discurso y algunas formas.
Entre los aspectos importantes de reciente data está el anuncio de las nuevas medidas que se tomarán en la empresa estatal Petroecuador. Por ahora, son 300 las personas que se van. Se explica, dicen las autoridades, por el contexto internacional de los precios del petróleo.
Otro aspecto novedoso, que parece un contrasentido con casi nueve años de fortalecimiento del rol estatal en la economía, es el relativo al anuncio de la venta de varias bombas de gasolina.
La empresa estatal se volvió con el tiempo un jugador fuerte en el mercado de combustibles de expendio al público, a tal punto que establecía una competencia desleal con las comercializadoras privadas respecto de la gasolina súper.
Hasta aquí todo parece normal. El hecho es que, desde hace años, varios analistas y expertos vienen diciendo que el Estado no está para hacer negocios ni para tener posiciones de mercado que, acaso, pudieran ser consideradas dominantes. Que la empresa estatal no debía intervenir. Sin embargo, la inversión en la imagen y equipamiento de las estaciones de Petroecuador y su cadena de afiliadas fue sostenida, notable.
Hoy cambian los vientos. Se anuncia un desprendimiento paulatino de las estaciones de Petroecuador; llegarán los actores privados. Ojalá ese proceso sea abierto y transparente, como debe ser. Además, durante 14 meses la gasolina súper subirá 2 centavos por galón cada mes.