La realidad del cambiante mercado petrolero lleva al Estado ecuatoriano a poner nuevamente en vigencia la modalidad de contratos de participación.
La explotación de crudo ha sido clave en la economía ecuatoriana, en particular a raíz de la extracción creciente desde los años 70 del siglo pasado.
Su influencia en la economía nacional fue importante al punto que se le llegó a llamar ‘el sueldo del país’. Durante años, el mayor ingreso de divisas provino de la renta petrolera. Eso trajo en los primeros años el despropósito del endeudamiento agresivo del que hablaba la dictadura militar, aunque también se construyeron grandes obras que impulsaron el desarrollo del país.
Durante la década pasada el Ecuador vivió un segundo boom petrolero.
La terminación unilateral del Estado en su relación con OXY, el cambio de las reglas del juego y luego las denuncias de los tratados de protección de inversiones generaron una sensación extendida de falta de seguridad jurídica.
La participación del Estado en el excedente petrolero, primero con el 99% y luego el 70, alejó el interés de invertir.
El mercado petrolero es volátil, lo es su precio y el país no puede estar a su vaivén. La falta de condiciones adecuadas ha llevado a que las empresas extranjeras no inviertan en prospección, mientras las reservas se agotan.
Con el nuevo cambio, el Gobierno aspira a generar condiciones para atraer empresas, nuevas inversiones y generar recusos a la caja fiscal.