Esmeraldas ha pasado tiempos difíciles. En 2016, el fuerte terremoto causó destrucción y bajó el turismo.
En junio del mencionado año, el movimiento importante que había dependido de los trabajos en la refinería de Esmeraldas empezó a contraerse. Hoteles, departamentos de arriendo, ventas de comidas, el comercio y otros servicios bajaron sus ingresos de modo considerable. Muchas personas provenientes de distintas ciudades del país y relacionadas con la actividad pasaron por Esmeraldas, dejaron recursos y crearon fuentes de empleo.
Otro sector afectado fue el de la construcción, movido por el recurso estatal empleado en grandes obras y por los planes de vivienda. La propia actividad privada en la materia decayó mucho.
A Esmeraldas también le pasó factura el fuerte invierno que azotó al país.
Para colmo de males, un recurso natural importante como la pesca también sufrió estragos. Los cambios en la temperatura del agua afectaron a los cardúmenes y esa actividad vital para miles de ecuatorianos de bajos recursos se vio afectada. Los pescadores también han visto con preocupación el crecimiento de la piratería y la delincuencia en el mar, que añade un aspecto peligroso a la actividad.
Con la contracción económica viene la falta de trabajo. Otro tema que merece una nueva mirada periodística es aquel de la seguridad que provoca la carencia de empleo, el narcotráfico y las complejidades de la frontera caliente.