El fútbol ecuatoriano, zarandeado por una seria crisis -que se evidencia en los múltiples casos de jugadores impagos y en los clubes con problemas económicos-, ha encajado en estos días un golpe más.
La Fiscalía de Estados Unidos ha incluido al Presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) en la lista de nuevos implicados en la trama de corrupción que sacude a la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA). Luis Chiriboga se halla entre los 16 directivos y exdignatarios del organismo rector del balompié mundial que afrontan serios cargos: lavado de activos, asociación ilícita, abuso de cargo, soborno y fraude masivo, entre otros.
Ha sido necesario que la fiscal estadounidense Loretta Lynch informara de la implicación del titular de la FEF en el FIFAgate para que el Ministerio Público ecuatoriano finalmente intervenga en un caso cargado de polémica.
Chiriboga y Francisco Acosta, secretario de la FEF, están ahora bajo arresto domiciliario. Es necesario confiar en que las investigaciones que se adelantan en el país ofrezcan resultados que se manejen con transparencia.
Una vez que la Justicia ecuatoriana ha entrado, en buena hora, a indagar los detalles del escándalo, este debe ser el punto de partida de una reingeniería del deporte más popular en el país.
Hacen falta reformas profundas en todos los componentes de una disciplina que ha dado alegrías al Ecuador. Uno de los cambios, sin duda, debería limitar la reelección indefinida de los directivos.