La propuesta de once enmiendas constitucionales conocida esta semana sorprendió a la opinión pública, y hasta al propio bloque oficialista que goza de amplia mayoría en la Asamblea.
Una legisladora aliada a Alianza País presentó la proposición. Incluso ha advertido -no se sabe si con algún acercamiento previo- que si no tiene apoyo parlamentario acudirá al Presidente para pedir que la incluya en su pedido de consulta a la Corte Constitucional.
La reacción de los propios aliados de la bancada gobiernista fue inmediata. Ellos mismos consideran a esta propuesta como un elemento distractor en medio de un proceso electoral.
La verdad es que cualquier ruido en este momento puede perturbar la marcha de una pre campaña. Esta debe llevarse a efecto en medio de debates serios y profundos para buscar los cambios que permitan salir de la complicada situación económica, y no forzar debates que podrían contener un tono de crispación.
Lo que más requiere el país a esta hora es mesura, debates de fondo, planes y programas serios y respeto entre los rivales, una puesta en escena que deseche la polarización que tanto daño ha hecho a la sociedad. Por si todo esto fuera poco argumento, el Gobierno, que impulsó la Constitución, dijo que debía durar 300 años pero encaminó reformas en corto tiempo.
La mejor decisión de la asambleísta del monobloque es que archive su propuesta. No es viable.