El proceso para que finalmente entre en vigor el acuerdo comercial multipartes sellado en el 2014 entre Ecuador y la Unión Europea (UE) ha entrado en una fase mucho más dinámica. Existen motivos para pensar que así es, aunque del lado ecuatoriano todavía queda una serie de temas pendientes.
Como lo ha dejado en claro el delegado de la UE en Quito, Peter Schwaiger, ‘no hay un plan B’ al acuerdo. Ambas partes aspiran a que el paso definitivo se dé a más tardar a finales de este año.
Ese plazo adquiere más sentido ahora. Justamente, en diciembre próximo, el bloque de los 28 pondrá término al sistema general de preferencias arancelarias unilaterales, que favorece a nuestro país. La UE ya ha advertido que descarta la extensión de este mecanismo de beneficios arancelarios para mercancías ecuatorianas: rosas, atún, camarón, banano, café, brócoli, productos congelados…
Con un escenario en el cual el tiempo apremia, el Ecuador está obligado a ajustar su legislación -en particular en materias económica y comercial- para que estas empaten con el acuerdo y no se violen normas internacionales. Entre los asuntos técnicos pendientes se incluyen los medicamentos genéricos y las importaciones de automotores. Y la eventual implementación del ‘timbre cambiario’ podría ser un obstáculo más, ha señalado a este Diario el ministro de Industrias, Eduardo Egas.
En estos meses, el país se juega una importante carta, de cara al futuro.