El presidente de Colombia recibió el Premio Nobel de la Paz. Su país afronta diversas vertientes violentas y complejas.
El presidente Juan Manuel Santos fue claro en la dedicatoria del premio que le otorgara el sábado la Academia: las víctimas de la guerra interna entre la insurgencia de las FARC y el estado colombiano durante 50 años de lucha.
Santos espera que el acuerdo de paz inspire a otros países en guerra.
El último documento de paz puede abrir el camino hacia la concreción de unos acuerdos complicados, negociados durante cuatro largos años entre portavoces gubernamentales y dirigentes guerrilleros en La Habana.
Luego se suscribió un acuerdo con beneplácito de la comunidad internacional pero que en la práctica no trajo consuelo a todos los sectores internos en Colombia. Tanto, que en las urnas los colombianos rechazaron el documento. En pocas semanas se reestructuró el contenido cambiando 56 de los 60 puntos que no convencieron, y se alcanzó una nueva firma.
El proceso, la campaña, la consulta misma, dejaron heridas en el camino y los principales aspectos de debate se cifraron en la reparación a las víctimas, la justicia transicional y las concesiones hacía a las fuerzas narcoterroristas.
El Premio de la Paz es un primer paso que solo habrá de refrendarse con el tiempo. Los futuros acuerdos pendientes con otros grupos y la vigilancia y cumplimiento de los compromisos validarán el proceso o lo reprobarán.