El papa Francisco concluyó ayer su nuevo viaje a América Latina- de un total de 29-. Esta vez visitó Chile y Perú. Antes, estuvo en Brasil, México, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Cuba y Colombia.
Una vez más omitió, como Romano Pontífice, visitar su tierra natal. Millones de argentinos cruzaron la frontera trasandina para aplaudirle en Chile.
Este viaje quedará signado por los contrastes. El recibimiento en el país de la estrella solitaria fue algo frío y tuvo puntos de tensión. Uno de ellos fue el encuentro en el sur, tierra de mapuches, un pueblo indígena que se siente excluido de la sociedad. Hubo algunas quemas de iglesias en repudio a la visita papal y un mensaje del Papa rechazando la violencia como forma de expresar el descontento.
Otro tema profundamente contemporáneo es el que tiene que ver con los casos de pederastia. Si bien han recibido la condena papal, una parte de la sociedad y el mundo católico consideran que ha faltado contundencia y vigor para sancionar a los responsables. Entre ellos, un obispo en Chile señalado como encubridor de repudiables casos.
En Perú, el Papa eligió a más de Lima -donde el recibimiento fue, en contraste con Santiago, multitudinario y cálido, visitar poblados marginales como Puerto Maldonado, para hablar del exfolio de la naturaleza, criticar la marginación, referirse al sicariato y violencia
organizada y al femicidio, que condenó con dureza en Trujillo. La gira cerró con una misa masiva.