La inclusión es una palabra repetida en los discursos políticos y documentos oficiales. Es una urgencia para las personas afectadas por el Síndrome de Down.
Este trastorno genético se conoce también como trisomía del par 21, pues su causa es una copia extra de ese cromosoma. Causa, entre otros aspectos, una discapacidad cognitiva.
Desde que John Langdon Down identificó el síndrome en 1866 hasta las más recientes investigaciones, los especialistas han trabajado mucho. Según los datos que se conocen, en el Ecuador dos de cada 1 000 niños nacen con el síndrome. La Organización Mundial de la Salud presenta estadísticas planetarias con 1 de cada 1 000 nacidos vivos.
Este año, varios medios de comunicación, entre ellos EL COMERCIO han presentado reportajes y entrevistas sobre el Síndrome de Down. Sin duda, la lucha de este tiempo es por la inclusión y para romper las barreras, con el fin de que quienes tienen este trastorno genético puedan hacer una vida autónoma.
La primera consideración es la detección temprana mediante exámenes que permitan determinar en los niños si requieren terapias de lenguaje y físicas. Luego, vencer el miedo que los padres y familiares experimentan, y que la sociedad reconozca el valor y la entereza de quienes lo afrontan a diario.
La búsqueda de un trabajo y la vida afectiva son los principales problemas a superar, y en estos tiempos de tanta palabrería es importante que la sociedad asuma con vigor esta realidad.