La tarea periodística lleva a distintas latitudes. Un panorama que va desde Tulcán a Huaquillas, retrata al Coca o Nueva Loja deja lecturas y lecciones profundas.
En la zona petrolera, donde antes el oro negro trajo riqueza de oropel y sensación de desarrollo, la realidad va cambiando el panorama. Como vimos en los comercios, restaurantes y hoteles del Coca o como sentimos en el pulso siempre vital e intenso de Lago Agrio, la crisis petrolera deja secuelas.
El empleo y la actividad comercial que se conectaba con una realidad que durante años de bonanza petrolera dejó un espejismo, hoy muta en sorda desazón.
Si Coca se va durmiendo por efectos de ese precio internacional del crudo que se desmoronó, Lago Agrio afronta una realidad ineludible del mercado. Los habitantes de Nueva Loja (el nombre oficial de la capital de Sucumbíos) hacen sus compras en La Hormiga. Antes tierra hostil asediada por guerrilleros, hoy nutre de alimentos y artículos baratos a los compradores ecuatorianos estimulados por la depreciación del peso colombiano.
Lo mismo ocurre en fronteras tan distantes como las de Tulcán o Huaquillas. El cambio de moneda favorece a comerciantes colombianos o peruanos y lastima las economías de los ecuatorianos dedicados a la actividad comercial.
Junto a esta contracción, en el caso fronterizo estimulada por las salvaguardias y sobretasas que hicieron más atractivos los precios externos, se esconde una lacerante realidad que afecta en lo económico e impacta en lo social.