Evo Morales fue refrendado por el voto popular en las urnas para su tercer mandato con una votación contundente.
Hace unos años fue sorpresa. Bolivia puso a un indígena Aymara por primera vez en el solio presidencial.
En medio de interrogantes sobre el futuro, el presidente Morales cambió la Constitución, concentró poderes y fue un duro crítico de sus adversarios en sus primeros mandatos. Con un discurso de barricada y apuntando sus dardos al imperialismo como causante de todos los males, gobernó en la orilla del discurso radical que comparte con otros mandatarios de Sudamérica.
Los opositores le tachan de autoritario. La campaña estuvo signada por acusaciones de abuso del poder -algo recurrente cuando los mandatarios intentan reelegirse – pero los resultados están a la vista. Evo Morales ganó en primera vuelta y tendrá mayoría en ambas cámaras.
Solo uno de los departamentos no le fue favorable. Los cinco candidatos opositores no formaron un frente común y los votos que obtuvieron no les hubiera alcanzado para pasar a segunda vuelta.
El triunfo de Morales se explica en la estabilidad y el crecimiento económicos y la inclusión social a las capas menos favorecidas, tradicionalmente preteridas.
El reto: abrir un espacio amplio para crecer con inversión extranjera y concebir el poder de modo más democrático. Con una victoria holgada, al menos el discurso en el Palacio Quemado fue de apertura para la oposición.
Ojalá sea un signo de cambio positivo.