El ritmo que se ha marcado elgobierno de Lenín Moreno en cuatro meses de funciones ha sido trepidante. Los cambios en la situación política y en materia de los juicios por presunta corrupción han cobrado protagonismo. Mientras se define la convocatoria a una consulta popular -que tiene su pulso propio en el interior del movimiento oficialista- y los casos en la justicia muestran nuevos escenarios, hay urgencias económicas.
El dato proporcionado por el Banco Central expresa un crecimiento de la economía en un 3,3% en el segundo trimestre y proyecta a finales de año un 0,7%. Todo esto cuando hay una recuperación del consumo en el rubro hogares. Ese dato de crecimiento, si se lo mirase de forma aislada, no parecería tan positivo pero lo es en función de la larga recesión y contracción económica que vivimos, mientras el anterior Gobierno quiso convencer a los ecuatorianos que no había crisis y que dejaba la mesa servida a su sucesor.
Pero a la par de los aspectos judiciales y políticos, el país requiere de las acciones ofrecidas por el Presidente. Reactivar la producción y las exportaciones que generen divisas y que además promuevan la creación de empleo, cerrar acuerdos para mejorar el perfil de la deuda y atender cambios en la Ley de Plusvalía son algunas de las prioridades que se requiere para avanzar en una dirección correcta. Un buen primer paso es el anuncio de la austeridad y el fin del derroche inútil que agostó la caja fiscal. Se esperan más acciones.