Por primera vez en la historia la capital de los ecuatorianos se convierte en territorio de las Naciones Unidas para un foro de potencia mundial: Hábitat III.
Los retos asumidos son inmensos y se pone a prueba la capacidad organizativa del país, la respuesta institucional y el nivel de hospitalidad de Quito.
Los plantes de restricción vehicular y las zonas acotadas deben procurar que los desplazamientos de más de 30 000 visitantes sean expeditos y que los vecinos de la capital no vean alterada en grado sumo su cotidianidad.
Esa es una primera prueba de fuego, pero lo de fondo está en el contenido de los debates y los acuerdos que emerjan de tan potente foro mundial.
La gran pregunta que se hacen los expertos y gobernantes del mundo es si será posible que la proyección de tener en el año 2050 a más del 70% de las personas concentradas hará posible la vida en las ciudades o si, por el contrario, las convertirá en un intento fallido de vida en armonía y comunidad.
La producción de alimentos para tan extrema concentración de personas, las exigencias de calles, avenidas, transporte público y la dotación de agua y energía, otros tantos dilemas.
Es verdad que la era del conocimiento lleva a pensar que los servicios van superando las etapas del comercio y la industria. Además transforman por la vía de las autopistas de la información los modos de producción y las relaciones personales, pero los retos son gigantes y las respuestas todavía insuficientes.