En el 2014 Escocia se sometió a un referendo. Entonces el 55% de los ciudadanos decidieron quedarse dentro del Reino Unido.Una larga historia une y a la vez divide a los habitantes del archipiélago. Escocia comparte la misma isla con Inglaterra.
La decisión reciente, empero, podría cambiar si -como busca la jefa del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon- un nuevo referendo lleva a las urnas la idea de salir de Gran Bretaña. Las cosas han cambiado. Apenas hace cuatro meses el voto de una mayoría de habitantes de la ruralidad de Inglaterra se impuso y a la vez impuso a Londres y a la propia Escocia la salida de la Unión Europea.
Cabe anotar que en Escocia el 60% votó contra el ya famoso Brexit. Los resultados sorprendieron (las encuestas fueron desmentidas). En un horizonte de dos años, Reino Unido deberá abandonar la comunidad con todas las consecuencias en comercio exterior y migración, así como el aislamiento de la inmensa población que agrupa a casi todos los países de Europa.
El escenario cambia y para Escocia, que se da abasto a sí mismo en materia de comercio exterior con grandes opciones de exportación del whisky escocés, fabricación automotriz e incluso reservas ‘off shore’ de petróleo en su mar, el Brexit supone la pérdida de 80 000 empleos. La idea de la jefa del Gobierno escocés choca con el Régimen británico dispuesto a evitar una disgregación. Un nuevo escenario y un nuevo dilema ad portas.