Una medida monetaria de emergencia no hace sino desnudar la situación límite de la economía venezolana.
Un régimen desgastado en lo político, que bloqueó el referendo revocatorio que la oposición buscaba en las urnas y mantiene violencia y presos políticos, ya no solo atenta contra la libertad de las personas sino que las ahoga intensificando los controles monetarios.
Es curioso, pero el desbarajuste en el tipo de cambio y los mercados paralelos mantienen un bolívar oficial de 10 por cada dólar, otra tasa paralela de 670 por dólar y un mercado negro que llega a pagar 4 500 bolívares por cada dólar.
La inflación es demencial ya que en este año bordeará, de acuerdo a cálculos de expertos citados por las agencias de prensa internacionales, 600 y 700%, lo que liquida la economía familiar, en especial de los más pobres.
La decisión gubernamental, adornada en supuestas conspiraciones internacionales que acumulan billetes de 100 bolívares, es sacar de circulación estos billetes y emitir otros de 500,
1 000, 2 000, 5 000 , 10 000 y 20 000 bolívares, lo que refleja el tamaño y la gravedad de una enfermedad económica que puede sumir aún más a ese país en una espiral impredecible.
Para sostener la medida se ha puesto en vigor un cierre temporal de fronteras que otra vez afecta al fluido comercio del departamento del Táchira con la zona colombiana de Cúcuta, que ya estuvo cerrado durante largo tiempo.
La nueva medida apunta a más caos.