Alianza País (AP), el movimiento político que gobernó de modo férreo una década y llevó a Carondelet al presidente Lenin Moreno, ahonda sus divisiones.
Hay razones de fondo. Una de las primeras confrontaciones se produjo alrededor de la figura del vicepresidente Jorge Glas. Moreno puso distancias y habló de “cirugía mayor” a la corrupción. La orden de prisión preventiva del Vicepresidente y la acción de la Justicia contra ministros presos o prófugos dibujan un panorama difícil de salvar a nombre de las diferencias ideológicas.
Otro tema que divide al movimiento AP en todas sus instancias se relaciona con la consulta convocada por Moreno, sobre todo en cuanto a la reforma institucional y a la reelección indefinida.
Esta semana las diferencias se hicieron más evidentes. La Vicepresidenta encargada se reunió con buena parte del Gabinete con un mensaje de respaldo al Presidente. Este, por su parte, convocó el apoyo de líderes nacionales de AP.
El bloque de 74 legisladores de AP en la Asamblea parece no existir. El legislador Daniel Mendoza dice que los que apoyan a Moreno son ya mayoría. Otros actores mantienen un apoyo incondicional al exmandatario que está en Bélgica, con Gabriela Rivadeneira, Soledad Buendía y Marcela Aguinaga a la cabeza. Ellas y el exministro y exasesor Ricardo Patiño activan movilizaciones e interponen recursos jurídicos. Y un tercer bloque aún navega a dos aguas.
El cisma de AP es evidente, y las grietas son cada día más grandes e insalvables.