La paciencia será la virtud esencial a cultivar para que el proceso de paz en Colombia llegue a buen puerto.
El alto al fuego acordado en Cuba es apenas un primer paso, pero es sustancial. La presencia de testigos de honor a nivel presidencial dio peso al documento suscrito entre el presidente Juan Manuel Santos y el cabecilla del grupo guerrillero alias Timochenko.
Luego vendrá el tiempo de la puesta en escena, que será en algo más de 22 territorios hoy en plena zona de conflicto (aún hay contradicciones en esas zonas). Habrá tres fechas claves, desde el cese de hostilidades hasta que se cumpla el acuerdo, pero lo importante es la voluntad de compromiso firme.
Ahora se empieza a construir el largo y labrado camino de la paz. Es menester que los guerrilleros reconozcan sus acciones violentas y al margen de la ley y que la Corte de Justicia refrende los procesos que podrían suponer libertad condicional en zonas acotadas con trabajo comunitario. No habrá condena para quienes confiesen la comisión de delitos hasta la firma definitiva, en adelante la justicia podría actuar.
El problema de la violencia no empieza ni termina con los 6 500 hombres alzados en armas de las FARC. Hay otros grupos insurgentes y bandas criminales activas que exigirán más esfuerzos.
Por ahora el reto es vencer la desconfianza y el escepticismo y la oposición de grupos como el que lidera el ex presidente Uribe, el crítico más fuerte del presidente Santos y su proceso de paz.