Era un secreto a voces desde fines del año pasado. Venezuela se vería obligada a devaluar su moneda. La crisis política provocada por la recaída de salud del coronel Hugo Chávez, ausente de su país por una grave enfermedad, no ha hecho más que dilatar la medida.
El viernes pasado las autoridades anunciaron la devaluación. El bolívar tendrá desde el miércoles 13 de febrero -al retorno del feriado de Carnaval- un cambio de 6,30 por dólar. Así se profundizan otros aspectos que hacen cada vez más notoria la intervención estatal en la divisa. Se anunciaron otras medidas de restricción y control.
Lo que puede aparentar un estímulo para la producción nacional solo revela las dificultades que enfrenta el Régimen para activar la inversión privada y mucho más el flujo de capitales externos.
Pese a su flujo gigantesco de recursos provenientes de las exportaciones petroleras, el esquema vigente no pudo sostener la moneda y el Gobierno se vio compelido a devaluar. El tipo de cambio, en principio una herramienta para ajustar la economía, puede evidenciar males estructurales y una devaluación podría motivar alza de precios en un país con la inflación más alta del continente (20%).
Esto ocurre mientras está en marcha una evidente crisis de gobernabilidad y vacío de poder por la ausencia de Hugo Chávez, quien se halla en La Habana, Cuba, recuperándose de una intervención quirúrgica.