La detección, seguimiento, desarticulación de bandas de narcotraficantes; el juzgamiento y la detención de los presuntos delincuentes tiene un epílogo indispensable: destruir la droga.
Este último paso es importante para evitar que la custodia y almacenamiento de las sustancias ilegales se convierta en un dolor de cabeza y se produzcan posibles filtraciones que devuelvan esa mercancía al mercado subterráneo.
Luego de la incautación se debe clasificar la droga y pesarla. Esa mercancía incautada queda como evidencia en los juicios hasta su sentencia definitiva.
Tras todos los procedimientos legales y antes de ser quemada, la droga debe estar segura. Se trata de sustancias de valores multimillonarios en el mercado ilegal y la vigilancia debe ser extrema y con personal de gran calidad moral y responsabilidad profesional.
Las autoridades en pleno muestran su preocupación por la acumulación de semejante cantidad de sustancias ilegales. El Consejo de la Judicatura, la Corte Nacional de Justicia, el Ministerio del Interior y la Fiscalía General están conscientes de los alcances de un problema que puede ocasionar contaminación, y su custodia es delicada, ya que puede motivar asaltos de bandas armadas capaces de cualquier cosa para llevarse la mortal mercancía.
La realidad es que hay solo un horno de incineración en Quito. El Ministerio del Interior ha dispuesto operativos para incinerar la droga procedente de todo el país en las siguientes semanas.