Desde la aprobación del Código Orgánico Integral Penal en el 2014, el tema del consumo de drogas, las dosis y los lugares donde se expende y emplea sustancias, han sido motivo de polémica.
La tesis de que la problemática de la droga debe ser un asunto de alto interés y de salud pública es acogida por todos. La idea de despenalizar el consumo y la tenencia en bajas dosis, empero, produjo duras discusiones.
Los políticos en esta campaña pulsaron y recogieron el clamor de los padres que no saben qué hacer con los problemas que cada adicto conlleva, así como con el factor de desestabilización familiar que entraña.
El objetivo de despenalizar el consumo en bajas dosis era romper la cadena del microtráfico, y aunque la Policía habla de control, es evidente que no se puede instalar cámaras afuera de cada colegio ni plaza pública del país.
La angustia intenta ser canalizada ahora evitando el consumo en las calles, sitios públicos y discotecas. Pero no parece viable que los adictos se dediquen al consumo en casa, donde esa práctica es mal vista, repudiada, se diría.
En la campaña electoral se propuso que se revisara la despenalización.
Por ahora los menores no pueden ser detenidos pero entre ellos se mezclan los vendedores de droga y su identificación y detención es complicada. Con despenalizar tal vez se baje algo del consumo pero el problema demanda una solución integral.
La tarea para la Asamblea no es fácil. El tema merece un delicado estudio.