El país se acerca a un cambio presidencial, y aunque el mandatario electo pertenezca al mismo partido del presidente saliente, envía signos distintos.
En esa medida, el diálogo y la mano tendida no deben quedar ni como un enunciado ni como la promesa de un cambio de estilo, sino como la formulación de una nueva manera de llevar las relaciones entre el poder y la sociedad.
Los empresarios le toman la palabra al nuevo presidente y le proponen una agenda básica para transitar esos cien días, que pueden ser muy decidores en el rumbo del nuevo gobierno.
Richard Martínez, en una entrevista con EL COMERCIO, perfila los ejes que considera claves. Construir una agenda, según el entrevistado, debe abarcar a los más distintos sectores sociales; dejar de lado judicializaciones, sanar heridas y construir confianza.
Martínez señala como prioritario recuperar el crecimiento económico, la sostenibilidad fiscal y apuntalar la dolarización.
Otro tema vital es el de las fuentes de empleo: es un asunto nacional. Los empresarios preparan una agenda, y eso está bien.
Pero es básico que en ese marco de mano tendida, distintos sectores sociales y políticos atacados o desestimados durante esta década, tengan oportunidad de hacer sus propias propuestas.
Un proceso que acoja sistemáticamente las iniciativas bien intencionadas y viables; un método que permita procesar civilizadamente los desencuentros no es fácil, pero es el camino para avanzar en tiempos difíciles.